jueves, 20 de marzo de 2008

La moraleja y la fábula

Esta historia es muy antigua, del siglo pasado, y me la contó una artesana.
-Saque la libretita, me dijo de repente.
Lo hice y comenzó. Era de noche.
No siempre la moraleja y la fábula se llevaron bien. La moraleja vivía picá porque le daban dos líneas del cuento. La fábula se lucía con prestancia y elegancia; la moraleja sacaba un remate corto pero nadie entendía nada.La vieja prácticamente me dictaba; a cada momento inclinaba la cabeza para ver si de verdad yo copiaba tan rápido como le aseguraba que lo estaba haciendo. Continuó:
La moraleja, que era la débil, se la hizo por detrás. Le fue con un cuento al diaulo y el diaulo la consintió. Déme la principale y yo le daré mi alma, le dijo al diaulo. ¿Y qué vai a enseñare? (el diaulo le respondió). Que el que vive a la sombra, de frío se muere. El diaulo le dijo que bueno y la moraleja se puso a hablar.
-¿Y qué fue lo que enseñó la moraleja?, le pregunté, más para descansar la mano que por interés personal.
-Anote, que esto dijo:
Mil y más años de historia han pasado y sigo en la última fila, de atrasito, enseñando por lo bajo. Pero ahora les digo de las primeras que el que vive a la sombra de la sombra, de frío se muere. Me abrí paso y salí al sol a dar la cara. Hagan ustedes como yo y serán más felices.
La gente se aburría con su historia. La gente quería ejemplo. Pero la fábula, que por primera vez había quedado al aguaite, se hacía de rogar, porque no es bueno saltarse al diaulo. Así que recién cuando la moraleja no tuvo más que decir, habiendo dicho lo mismo tres veces, la fábula le pidió el micrófono.
Esto habló la fábula:
Cansada la lagartija de vivir junto a la hiedra, un día subió a la pandereta a tomar el sol. Tanta calentura la trastornó y embriagada de sueño la reptilesa se durmió. Entonces vino un gato y se la comió.
-¡Me han traicionado, señor diaulo! ¡No se junta bien con mi enseñanza! -saltó la moraleja.
-Chi. Teníai tu güena sombra y vivíai de lo más bien, pero queríai sol. ¿No vís lo que te pasó por gila? -le contestó Belcebú.
El público se reía y a la moraleja no le quedó otra que volver a la última fila.

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