jueves, 20 de marzo de 2008

El zorro y la gamuza

Cuenta La Fontaine que una linda gamuza cayó en las garras de un zorro, quien tan cierto de ella se sintió que la dejó vivir un tiempo, para disfrutarla mejor. Al cabo de unos meses la gamuza huyó por una descuidada abertura en la guarida. Perderla y largarse a llorar fueron una sola cosa para el confiado animal. Noche a noche la llamaba en voz alta y detenía a quien se topaba en el bosque para contarle su drama, que se le figuraba único, inmenso y desafortunado. Eso fue hasta que se encontró con el búho, juez de la región, quien le refirió una historia ejemplarizadora que acabó para siempre con sus lamentos.
Esto le dijo el búho:
Hubo entre los humanos un rey moro al que llamaron Boabdil. El monarca se entregó a las fiestas y acabó perdiendo su reino instalado en Granada. Camino a su destierro observó por última vez su palacio, suspiró y rompió a llorar. Su propia madre, desterrada junto a él, lo volvió a la realidad con estas palabras: “¡Llora como mujer lo que no has sabido defender como hombre!”.

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