jueves, 20 de marzo de 2008

La gaviota trastornada, la feria de los animales y el albatros

(Para hacer pareja con La gaviota, la ballena y el albatros)

Una gaviota arribó una mañana de sábado a la gran feria de los animales, que se celebraba en el puerto. Levantó una tienda y se paró en un piso a declamar poemas épicos a cambio de sardinas. Contó la historia del albatros que cazó a una ballena, relato que despertó notable interés en buena parte de los presentes, que se arremolinaron alrededor del puesto para escuchar la narración. Extasiados la oían el león, el cordero y las hormigas, de lo más amigables. También paraban las orejas el elefante, la vaca y el perro; junto a ellos una gata vanidosa lucía su camada que la comadreja admiraba sin deseo, tal era el poder de la leyenda. Sin embargo la situación tomó otro cariz cuando la gaviota acabó jurando haber sido testigo de la escena. Los animales rompieron a reír, la tomaron por loca y se desperdigaron. La gaviota protestó y fue detrás de ellos uno a uno para reafirmar su verdad. La gata alejó a sus críos, la vaca la apartó de un solo coletazo, concentrada en el remate de un fardo; el perro le ladró, hambriento ya a esa hora del día; mientras las hormigas formaban larga fila en un tarro de basura. Nadie la escuchaba. La gaviota trastornóse, pues no había modo de convencer a los demás de que su cuento era real.
Quiso el destino que acudiera a la feria el albatros, siendo recibido como gran caballero. La gaviota saltó de gusto y reunió de nuevo a la audiencia original, no sin caras promesas. El albatros, que además de gigante era ducho, se informó del embrollo, miró a su alrededor y luego habló:
-Creedle a la gaviota lo que cuenta -eso dijo, pero mirando de lado y con sonrisa maliciosa.
Los demás entendieron el mensaje y le palmotearon la espalda.
La gaviota iba de feria en feria rememorando la historia, pero el público mermaba, enterado de su mal.
Esto enseña que quien se obceca en su verdad gana menos que aquél que la disfraza de mentira.

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