jueves, 20 de marzo de 2008

La cigarra y el palote

Una cigarra cantaba alegremente. Anunciaba el inicio de la primavera. Camuflado en la misma rama rezaba un palote vestido de obispo. El canto de la cigarra desconcentró a su vecino, quien giró su cabeza y la dirigió al insecto vocinglero.
-¿Cantas, hija mía? Parece que hablaras.
-Canto hip hop, Padre.
-Pero a los ojos de Dios eso no es música. Arruinarás la primavera.
-Se equivoca, Padre. Mire hacia abajo. ¿Ve el auditorio? Tengo a miles de animalitos cantando y bailando conmigo. Han pagado por verme.
-¿Cómo lo lograste?
-Muy simple: está de moda.
-Enséñame cómo se hace.
-Es fácil. Acérquese y formemos un coro. Yo digo dos veces ákale-keákale y usted dice dos veces ákale-keá.
El palote se acercó y con sus dos patas frontales agarró a la cigarra y se la comió. La audiencia huyó, espantada, y el palote volvió a rezar, pero como notaba que le iba dando sueño suspendió un momento su oración y puso un disco de Bach, Pasión según San Mateo.
-Qué rápido que pasan las modas -reflexionó antes de iniciar la digestión.

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