jueves, 20 de marzo de 2008

El sátiro y la luna negra

Jugaba al amor el sátiro Sileno cuando del monte salió la luna veleidosa y se prendó de sus ojos y de sus piernas velludas. La luna, que se llamaba Selene y ese día era más negra que la boca del lobo, sintió celos de las ninfas que le robaban la energía a su amado, en medio del bosque. Envidiosa, bajó del cielo y lo cubrió con su cuerpo. El fauno se durmió al instante y Selene también, abrazada a él.
Durmieron quince días juntos, Selene y Sileno. El sátiro despertó en mitad de la noche y al darse la vuelta, un brillo nunca visto lo encegueció al momento. Era la luna llena. El sátiro aulló y le dio coces y golpes de puño, para espantarla. La luna se asustó y voló a ubicarse en el firmamento. El sátiro quedó ciego para siempre y la luna, cubierta de moretones.

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