jueves, 20 de marzo de 2008

La lechucita y el dinosaurio

Esta fábula aconteció en tiempos prehistóricos.
Un dinosaurio deambulaba errabundo por el bosque, buscando algo que comer. Desde la rama más alta de una araucaria una lechucita lo miraba. No la confundamos con el búho que miraba al bicho, porque ése era un búho pájaro, un búho inefable. Diferenciémosla también del que atendía al león, que era un búho siquiatra. Ésta era una lechucita chinchosa, una lechucita dispuesta.
-¿Qué buscas, viejo dinosaurio? ¿Te puedo ayudar en algo?
-Busco a una esclava que me dé de comer.
-¿Y para qué necesitas una esclava que te dé de comer si puedes comer con tu enorme hocico lleno de dientes, viejo dinosaurio?
Le provocaba llamarlo así.
-Es que se me han caído varios. Baja y míralos por ti misma.
-¿Mirar qué?
Sin embargo la lechucita descendió, revoloteando, y se metió de lleno en el hocico del dinosaurio. El monstruo antediluviano cerró la boca y la lechucita se quedó bien guardada, disfrutando de esto tan raro que era estar dentro de las fauces de un animal destinado a desaparecer. Permaneció allí varios días y le gustó. Conoció sus vísceras y sus intestinos por dentro; hasta picoteó sus genitales. Cuando le daba la gana de hurguetear en ellos el dinosaurio se largaba a reír sin motivo, en medio del bosque. La consecuencia era que los demás animales huían porque pensaban que se había vuelto loco.Un día el dinosaurio se miró los dedos y descubrió que le estaba dando artrosis. Se sentó a descansar, bastante desanimado. Pensaba que de allí en adelante la vida se le tornaría cuesta arriba y ya nunca más podría siquiera soñar con ser feliz.
-No te apenes -le dijo la lechucita. Yo uso este bastón desde que soy chica y eso no me impide volar. ¡Obsérvame!
La lechucita emprendió el vuelo con bastón y todo y alcanzó su nido. Era un nido cálido pero algo triste, con una lámpara de pie a la usanza antigua y un choapino redondo de adorno.
-No te atormentes, viejo dinosaurio, y cada vez que sientas pena acuérdate de mí -le dijo.
El animal le agradeció el ofrecimiento, pero entonces ocurrió algo inapropiado: como ya era hora de dormir se desnudó delante de ella hasta quedar en pelotas y luego se puso el pijama.

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