lunes, 31 de agosto de 2009

El palomino, la gata y la niña

Volaba por el borde de la chimenea el palomino inexperto cuando sin querer se metió al ducto y sus paredes no lo dejaron salir. Así fue bajando y bajando, hasta que sus patas se posaron en el soporte anterior a la boca. Y allí se quedó, en la oscuridad más absoluta, solo y angustiado.
-¡Mamá, mamá!, llamaba. La paloma se asomaba al túnel vertical, miraba hacia abajo, ladeando la cabeza, y respondía:
-¡Sube, hijito! ¡Vuela y sube!
El pichón aleteaba, pero lo único que conseguía con su afán era desprender hollín.
Tanto alboroto despertó el deseo de la gata que vivía en la casa. Ella disponía de su ración diaria de alimento envasado, pero comer, lo que se llama comer, casi lo había olvidado. Y ahora lo recordaba, y se le hacía agua la boca, y se llegaba a relamer de gusto.
-Hijito, no hay otra manera de escapar de esa trampa que bajando hasta el piso. Hazlo sin temor; aquí está la luz y yo te recibiré con mis manos. Nada más abandones la chimenea podrás retornar a los árboles, con tu mamá.
Así le aconsejó la gata, con una voz tan dulce, imitando a una ancianita, que el pichón le hizo caso: en un dos por tres estuvo en ¿el suelo? ¡Qué va!, entre sus colmillos afilados.
La niña, que estaba sentada en el sofá viendo los monitos de la tele, se paró de inmediato y le robó el palomino a la gata, retándola bien retada. La gata maulló pero no se fue, y desde el suelo seguía a la niña, que llevaba entre sus manos al pichón. Al pajarito le latía el corazón y su pánico era tal que cuando la niña salió al patio y abrió las manos, estuvo diez segundos encima de la palma, sin volar. Recién lo hizo cuando vio a la paloma encima de la rama del ciruelo.
-Vaya con su mamá -le dijo la niña- y usted, ¡no sea así!, le regañó a la gata.
Moraleja: el hombre altera los vaivenes de la naturaleza no sólo para mal.

1 comentario:

La Lechucita dijo...

El hombre se relaciona con el medio como uno mas de la creacion, pero se cree el artifice de todo los acontecimientos.
Bueno o malo está solo en nuestra mente. Luego, los acontecimientos siguen su curso.
Un abrazo