viernes, 17 de abril de 2009

Los renacuajos y los bichos del pantano

Antes de ascender al escalafón oficial de ranas, los renacuajos inconscientes se pasaban el día entero jugando entre las piedras. Los mayores iban de vez en cuando a ver a sus hijitos y como el juego gustó decidieron sacarle partido, difundiéndolo gratuitamente. Improvisaron un anfiteatro en torno a ellos e invitaron a los más diversos bichos del pantano a ocupar sus aposentadurías. El circo se llenó en minutos.
¿Qué ganaban los mayores? Fama y poder, lo que ya es mucho decir, pues fama y poder llevan siempre al dinero, no se sabe por qué oscuros senderos, pero llevan. De hecho, en este caso la familia anfibia creció tanto que hubo quienes aseguran haber visto un almacén de contenedores repletos de zancudos y moscas de exportación, tan rentable resultó ser el show gratuito.
Era vano y trivial el espectáculo, daban ganas de llorar, no de bostezar, pero los bichos permanecían en sus asientos, como hipnotizados. Cuando no las hacían de respetable público llenaban las horas vacías comentando los enredos en las vidas de los renacuajos. Les divertían sobremanera aquellos episodios que se desarrollaban debajo de las piedras, tratáranse de reyertas canibalescas o arrestos de apareamientos que sólo intuian desde sus mezquinas perspectivas por furiosos movimientos de colas negras resbalosas y resplandecientes.
Con el tiempo los renacuajos tomaron el lugar de sus mayores y se vistieron de ranas, con sombrero y polainas. Perdieron la alegría, lamentaron su suerte y el anfiteatro murió de muerte natural. Los bichos continuaron su peregrinaje en busca de otro ungüento que les curara las heridas del alma, pues era eso lo que más dolía, no otra cosa.

1 comentario:

Fortunata dijo...

Un reality show de la vida de los renacuajos....cualquier cosa parece mejor que mirar las heridas del alma, los huecos del corazón....

Besos