viernes, 10 de abril de 2009

Los gorriones

Era domingo y la plaza estaba llena de gorriones. Había también decenas de palomas, pero éstas no bajaban del campanario. Es que en la plaza no había humanos que las alimentaran. Tal detalle convenía a los gorriones, pues los humanos representaban el peligro para ellos, más que los gatos. Además, nunca habían sido alimentados ex profeso por humanos. Los gorriones lo que hacían ese domingo era festinar en el césped, en las ramas de los árboles ornamentales, sobre los tablones de los escaños, en las veredas de cemento. Parecía que jugaran, pero no estaban jugando. Estaban haciendo su vida. Su cuchicheo se oía desde lejos. No nos referimos al campanario aquel de las palomas, porque a éstas les llegaba fácilmente. Queremos decir más lejos, mucho más lejos, exactamente desde ese lugar indeterminado en que se armaba la tormenta.
Los gorriones apenas se percataron del vientecillo que hacía volar las hojas. De pronto las nubes oscurecieron la plaza, nubes bajas y azuladas que sembraron una atmósfera de desacuerdo e inquietud. Los gorriones se miraban unos a otros sin hallar qué hacer. Las puertas de las viviendas humanas que daban a la plaza estaban cerradas con tranca. Si la plaza era entera para ellos, ¿para qué abandonarla? Pero la repentina oscuridad... y esas gotas de lluvia que comenzaban a caer sin orden ni amenaza... ¿querrían decir algo?
Desde el campanario, mamá paloma y su hijita vieron pasar una cesta de mimbre que el huracán traía consigo y que se hizo mil pedazos al chocar contra el piso. De la cesta saltó un gato negro que se empezó a comer a los gorriones, de a dos y hasta de a tres con zarpazos brutales. En apenas cinco minutos ya no quedaba ni uno y el gato, que gozó de un triunfo efímero, desaparecía arrastrado por el vendaval. La plaza quedó vacía.
-Cuídate siempre, hijita -le dijo mamá paloma a su retoño.
-Sí mamá.

1 comentario:

La Lechucita dijo...

Los peligros vienen de los lugares mas inesperados....

Un abrazo