lunes, 27 de julio de 2009

El escorpión y la luciérnaga

Caminando el escorpión en ocho patas por el bosque divisó a una luciérnaga. Aunque cueste imaginarlo, existen luciérnagas caderudas, y esta luciérnaga era bien caderuda. El escorpión le mandó un aguijonazo por si las moscas, pero de la gota de veneno que subió al cielo apenas le llegó el olor.
Y aquí debió de acabar esta fábula, si no fuera por el olor adictivo de aquel veneno, que provoca efectos malévolos en ciertas especies. La luciérnaga entró en un estado de ensoñación y se quedó sobrevolando el mismo sitio, un pequeño claro entre un conjunto de robles por el cual se colaban los rayos del sol o de la luna. En el día su vuelo circular se confundía con el de moscas, mosquitos, zancudos y matapiojos. Pero por las noches no había otro igual y en belleza se asemejaba a una vía láctea instalada en la profundidad del bosque, una vía láctea diminuta.
Cada mañana el escorpión salía de su palacio, edificado bajo una roca del porte de un elefante, y regresaba al lugar del crimen. Al reparar en su hada caderuda le lanzaba otra gotita. La luciérnaga continuaba girando, pues amaba esa fragancia destructiva.
La deseaba el escorpión al mirarla. Esperaré pacientemente a que se le agote la batería y deje de dar vueltas y más vueltas -se decía-. Entonces deberá bajar hacia mí y yo me la comeré de una sola mascada.
La luciérnaga quería más veneno, pero no se atrevía a bajar a la fuente de donde emanaba, ya que le podía costar la vida. Me iré apenas se le acabe -decía por decir-, porque esto ya me aburre.
Yo concuerdo con Esopo y La Fontaine en que todas las fábulas deben tener un final, porque sin final no hay moraleja. Pero llevo más de un mes esperado a ver qué pasa con la luciérnaga y el escorpión y siguen en la misma. Y como tengo en lista de espera a 15 animales ansiosos de contarme sus haberes, sentires y decires no me queda más que retirarme de la escena de esta historia, aunque puede que en unos días vuelva para ver si hay novedades.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues habrá que esperar.....

Sandra (Aprendiz de Cassandra) dijo...

Un mes no parece mucho tiempo. Yo que tú esperaría a ver los pasos de la luciérnaga. Según mi intuición está a punto de dejarse atrapar.

Besos luminosos