jueves, 15 de mayo de 2008

El lobo estudioso y los tres chanchitos

Un lobo estudioso y viejo se halló de pronto ante tres chanchitos desobedientes, a los cuales se quiso comer. Conocía perfectamente el cuento infantil, de modo que se olvidó de los famosos soplidos y se concentró en el estudio de la casa sólida que los protegía de sus fauces. Disponía además de dos antecedentes previos. El primero, que eran desobedientes. El segundo, que uno de los tres era desconfiado y práctico: a ése había que apuntar.
Los planos le demostraron que se trataba de una morada indestructible: por ese camino iba mal. Las fotos le demostraron que los tres eran iguales. ¿Cómo descubrir al práctico?
Se desesperaba.
Un día tocó a la puerta vestido de cartero.
-Eche la carta por debajo de la puerta.
Un día fue a ofrecerles un seguro de vida que a la vez servía de cuenta de ahorro.
-Ya tenemos.
Disfrazado de mujer les ofreció placer a bajo costo.
-No eres nuestro tipo.
El práctico era un dictador. Pero los dos chanchos no protestaban porque eran bien alimentados y estaban a resguardo. ¿Qué hacer?
El lobo recurrió a su biblioteca; de pronto saltó de alegría. Había hallado la solución.
Al día siguiente amaneció frente a la casa de los tres chanchitos un lobo gigante con cuatro ruedas en las patas. Sobre su lomo, un cartel: "Homenaje del lobo del bosque a la victoria de los tres chanchitos". Práctico miró a todos los lados y les pidió a sus hermanos que entraran el trofeo y lo depositaran en el patio. Discurrió que de él se obtendría buena leña para la chimenea, piel para entibiar el piso y cubrir las camas y ruedas para jugar a los autitos. Dio inicio inmediato a la tarea. Al retirar la madera del vientre bajó de allí el lobo de verdad y se los comió.
Moraleja: más vale ser instruido que ser práctico.

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