miércoles, 27 de mayo de 2009

El sapo del pantano

El sapo vivía en un pantano y pasaba la mayor parte del tiempo en la superficie, buscando qué comer. A la hora del descanso saltaba a la orilla hasta dar con una piedra donde echarse un rato. Bien alimentado como estaba, sus mejillas tomaron un color rosado, indicador de vida sana y provechosa.
Mas con el tiempo, por razones que se investigan, el sapo comenzó a explorar las profundidades de la charca, a familiarizarse con ellas y, al final, a desearlas como se desea una droga. Se sentía mejor en la barrosa oscuridad, pataleando a ciegas. Horas enteras permanecía allí, sin otra compañía que la de su propia conciencia.
Cuenta la comadreja que el otoño pasado el sapo abrió "El gran libro del batracio" y halló en sus páginas la verdad. Era el sapo un animal esquizofrénico de dos personalidades, siendo la del pantano la verdadera, aunque para los demás la falsa, la desconocida, la que apenas se intuia.
Enfrentado finalmente a su destino, aceptó la realidad como necesaria fantasía y su verdad, que para la selva es fantasía, como meta. Era la realidad el opio del mundo y la locura la salvación.
Cada día se le vio menos en la superficie, hasta que un buen día desapareció.

2 comentarios:

El sapo del pantano dijo...

La noche es mas noche, más oscura, más tétrica cuando me adentro en las profundidades de la charca...Pero allí, hay ojos mas brillantes que las luciernagas, sonrisas desdentadas que se abren y tañen como campanas de cristal. Hay monstruos con tentanculos que te abrazan clavando sus ventosas en la carne hasta producir espasmos que recorren el cuerpo extrayendo de él suspiros y gemidos de un placer inenarrable.....capaces de apagar esa tristeza que produce tomar el sol al mediodia mientras cantan las cigarras, ese vacío de la panza llena de mosquitos.

Madame Bovary dijo...

¡Pobre sapo! La mente siempre nos juega malas pasadas.
Un beso.