sábado, 9 de mayo de 2009

El perro león

Entró a la Academia de Rugido y aprobó los primeros exámenes con relativo éxito. Pero con el tiempo se hizo evidente que no poseía garganta de barítono; el tono del rugido se asemejaba más bien al del tenor y su potencia, a la brisa matutina.
El perro egresó de la Academia convencido de la garantía del diploma, que colgó sobre la puerta de su casucha.
Las leonas solían pasar por ahí cuando iban de compras, pero no decían nada. Sólo cuchicheaban entre ellas. Al entrar al bosque se morían de la risa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Nada peor que creerse uno lo que no es....pero si el no se enteraba de las risas...tan feliz...con la felicidad del ignorante...

Besos