lunes, 11 de mayo de 2009

La ballena blanca

La ballena blanca se alza al costado de un extenso terreno baldío, olvidada, entre rejas, como en exposición. Pasan los animales de la selva y la miran y al mirarla, no pocos experimentan inquietud. Por la noche les cuesta dormir, por su recuerdo.
Posee la mole blanca amplias salas que solamente regalan su interior abandonado cuando la luna ronda el firmamento en cierta posición. La acompañan dos o tres árboles mustios; la ausencia de viento redobla el carácter melancólico de la escena, la ballena no experimenta sensación alguna y no transmite vida, su boca está cerrada. El lomo empolvado y las aletas musgosas delatan descuido, indiferencia.
Algunos animales, los más inquietos, no resisten la tentación de traspasar la reja y abrir sus fauces para ver qué hay adentro. A la vuelta de varios días cuentan, los que han vuelto, que dentro de la ballena blanca había miles de túneles, llamados Fugas de Bach. Los describen como túneles sombríos; de sus paredes de carne emergen pústulas que lanzan maldiciones y lamentos. El viaje, con los oídos tapados, se hace interminable. La salida se halla en sus ojos. Por dentro los tiene abiertos, señal de que duerme.
La ballena blanca tiene un lema que sacó de unos versos de Goethe:

Recuerdos de otros sufrimientos
mi miedo al presente generan

Por ahora nadie puede herirla, pero con el tiempo será otra ruina más de las que pueblan el mundo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

!!!Bello!!!