miércoles, 25 de noviembre de 2009

La cigüeña excéntrica

La cigüeña era tenida por excéntrica. Con la misma regularidad con que asistía al templo se la veía entrar a los pantanos a cazar renacuajos. Dos urracas, comadres entre ellas, solían cuchichear, veladas de negro:
La cigüeña se santigua
Levanta la pata y el poto
Qué ejemplo a sus hijos Dios mío
Por su culpa por su santísima culpa
Días completos había en que la cigüeña, recostada en la hierba, se apretaba la guata de la risa. Noches enteras paseaba por el bosque, con los ojos fuera de sus órbitas, como viendo fantasmas. Dormía más de la cuenta y se masturbaba con una pluma detrás de las matas.
La selva le encomendó al búho que tomara cartas en el asunto y el juez la citó a declarar. Lo que se habló entre esas cuatro paredes permaneció en el secreto. En su informe, el ave nocturna se limitó a escribir:
"No se puede castigar lo que nos resume".

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