jueves, 20 de mayo de 2010

El alma, la sombra y el musgo

Transitaba un alma por el bosque; a la hora del crepúsculo se recostó cansada a la sombra de un roble y se transpuso. Soñó que tenía cuerpo, mas la sombra del roble vestía un manto de frío y humedad, de inmediato en el sueño al alma la esquilmaron y corría a campo traviesa desnuda y llena de vergüenza, y con las patas bien firmes sobre el pasto mojado.
Despertó el alma tiritando en el musgo a la sombra del roble; soñé que tenía cuerpo pensó y se puso feliz de ser sólo alma, aunque heredó inquietud. El musgo creyó sentir una leve vibración pero no le dio importancia, la atribuyó a la brisa. El alma voló y le dejó una mísera huella en la piel, poquita cosa.

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