lunes, 24 de mayo de 2010

Asamblea de animales

Citó el perro a asamblea por encargo del león. De maestra de ceremonias ofició la hiena y de secretario, el búho. La tabla comprendió cuatro puntos: 1.- Preparativos para el invierno. 2.- Renovación de directiva. 3.- Encuesta. 4.- Pago de cuotas. Vistos los dos primeros puntos, que tomaron al menos una hora, a raíz de las desmedidas intervenciones de una bandada de loros, la hiena presentó la encuesta y ofreció la palabra. Ésta constaba de una sola pregunta: ¿Cuál es el mejor de los mundos posibles?
La gallina levantó un ala.
-El mundo que no duele -opinó.
-¡Gallina tenía que ser! -se burló la hiena, con una risotada que se congeló cuando el león dio un salvaje martillazo.
-De aquí en adelante usted sólo cantará los números y al final, dará por terminada la reunión con una frase de cortesía. Diga una insignificante sílaba de sobra y con ella me estará entregando su cabeza -dictaminó el rey. Entretanto el búho, a un guiño del león, repartía números a quienes estaban pidiendo la palabra, con el fin de disciplinar aún más a la selva. La hiena tiritaba y en el galpón no volaba una mosca. La hiena dijo "número 2" y guardó silencio. Habló el cocodrilo.
-El mundo que no duele le servirá a la gallina, pero a mí no me sirve. Mis lágrimas lo demuestran; si no son de dolor la selva las tomará por masoquismo, de modo que a mi modo de ver el mejor de los mundos es aquel que no muere -opinó.
La hiena miró al león. La selva permanecía en sepulcral silencio.
-Número 3 -dijo.
Habló el macho de la viuda negra.
-Si yo no muero, mi amada no le dará un montón de hijitos al planeta. El mejor mundo es el mundo del placer.
-Número 4.
-El placer ocupa una milésima parte de mi vida. El mejor mundo es el del sacrificio -dijo el oso polar, quien venía despertando enflaquecido y hambriento, tras un invierno de estrecheces.
La hiena llamó a pronunciarse al número 5. Era la bacteria, quien comentó:
-El mejor mundo es el de la luz.
Habló el pez abisal, quien depositó su número en una rejilla.
-La bacteria se alimentará de luz, pero yo me alimento gracias a la oscuridad y el frío. No hay mundo mejor que el mío.
El león se impacientaba, pero aún quedaban números. Enseguida habló la lenta tortuga.
-El mejor mundo es el que no pasa.
Lo contradijo la fugaz mariposa:
-El mejor mundo es el que pasa.
Hace rato que el elefante quería hablar. Como faltaban 14 números para su turno decidió avanzar, mas lo hizo con la torpeza de un bobalicón, atropellando al resto:
-El mejor mundo es el de la noble fuerza -se oyó su voz de bajo profundo. Debajo de sus patas quedaron la cigarra, el buey, la hormiga, el vampiro y el áspid, quienes chillaban sin éxito "¡El ocio! ¡La abstinencia! ¡El trabajo! ¡La sangre! ¡El veneno!".
El león enfurecido dio término a la asamblea con la siguiente frase:
-¡Sálvese quien pueda!
Dicho y hecho. Se hizo el caos, quedó la pelería y de lo poco y nada que subsistió brotó el orden en la sala. "Hasta aquí no más llegamos", dijo cortésmente la hiena y levantó la sesión. A la salida el búho cobró las cuotas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

!Sálvese quien pueda!....

Muy bueno