martes, 8 de septiembre de 2009

Ahrmzam

Ahrmzam fue un animal invisible que vivió en el fondo de la selva. Se creó toda una institución para investigarlo, pero aquellos que se adentraron en ese fondo, nunca volvieron. Por orden de desaparición se contaron dos camellos, cuatro perros, tres hienas, un elefante, una brigada de hormigas, dos huevos de serpiente que llevó como ofrenda un águila (también desaparecida) y como si fuera poco, un tigre.
Ahrmzam los devoró, se presume, pues si no retornaron es que les ocurrió lo peor. Al menos si hubiese vuelto uno solo las cosas serían diferentes; algo se sabría. Mas todo se ignora a este respecto.
Decir que Ahrmzam fue un fantasma es poco decir. Ciertos animales recelosos especularon en su momento con que se trataba de un invento que usaban los traidores a la patria, los que huían, los que renegaron de su propio territorio. Hoy, que todo ha cambiado, Ahrmzam se convirtió en materia de colegio, en cuento nocturno para asustar conejitos.
Ahrmzam nunca tuvo el privilegio -o la desgracia- de ser y quienes vieron rodar su cabeza y la sangre coagulada de su cuello, o son unos mentirosos o padecen de una patología fantasiosa.
Porque los hechos son los siguientes: Ahrmzam fue un animal invisible cuya única prueba de vida, blindada y custodiada, se halla en el Museo de la Selva. Nótese: se está hablando de museo, no de altar de iglesia. La prueba es una simple extensión de tierra y pasto seco hundido por la forma de un peso irregular, algo curvo, más largo que ancho, que descansó -sin duda alguna, los resultados de las investigaciones no mienten- sobre esa superficie varios meses.

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