jueves, 25 de septiembre de 2008

El gato arruinado y los ratones miedosos

Vivían los ratones temiendo al gato en la comarca. Si uno de ellos intentaba traspasar la frontera, de un zarpazo el tirano lo mandaba de vuelta. A veces surgía un bocón que les prometía independencia, pero el gato lo miraba de lejos con sus ojos de gato, sin que se diera cuenta, y se reía de él con su malévola risa de colmillos.
Pudieron haber tomado las de Villadiego cuando la residencia del felino se arruinó. Tanto lujo le pasó la cuenta y empezó a hundirse como la casa de Usher. Luego, por cuidarla tanto descuidó a su reino, que le proveía de vituallas, le pagaba impuestos y lo hacía mantener la ensoñación, pues los gatos, aunque sean animales de fuste, también viven en estado hipnótico.
¿Por qué no lo hicieron? Porque en la asamblea primó la voz de la cordura. Un ratón, de apellido Pérez, detuvo el masivo intento de fuga con estas palabras:
"No huyáis del tirano pobre, hermanos. Más allá está el reino del perro. Quienes han ingresado a sus dominios no han retornado jamás. Insto a que me prueben lo contrario".
Si hubiéranle exigido documento de respaldo a su discurso habríalo inventado, pues no disponía ni siquiera de un papel apócrifo, pero fue tal el miedo que infundió su advertencia que los ratones prefirieron continuar con su diablo conocido. Y el gato, en vez de agradecer, se comió a unos cuantos roedores apenas saneó su hacienda.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El miedo paraliza...sin duda....

Besos