viernes, 12 de septiembre de 2008

El chorlito, el faisán y el león

Un chorlito acomplejado juntó un dinero y acudió a Faisán el Mago. En la consulta fue directo al grano.
-Muy buenas tardes, Don Faisán -lo saludó-. Vengo a verlo porque me han dicho que usted es muy buen mago.
-¿Y por qué no recurriste a Dios o le hiciste manda a un santo? -lo provocó el ave de colores.
-Es que todos saben que Dios no hace milagros -le respondió, con lo que el mago ya intuyó por dónde iba la cosa. Adivinó de inmediato que el chorlito no era de gran entendimiento y que le iba a pedir un milagro.
-Mi consulta vale 20 mil pesos -le advirtió.
-Aquí están.
-Pues, dime entonces.
El chorlito le expuso la vergüenza que sentía cuando los animales de la selva lo llamaban "cabeza de chorlito" y le pidió que le agrandara la cabeza. El mago hizo tres pases y lo mandó a casa a descansar.
-En una semana tendrás la cabeza del porte de una pelota oficial de la Fifa, le prometió.
Voló muy contento el chorlito a su nido. Dos días después la cabeza le crecía a pasos agigantados y junto a ella el cerebro. Al principio se asustó, pero luego le tomó el gustito al cambio. El dolor de las vértebras del cuello no era nada comparado con lo que pasaba dentro del mate. Comenzó a asociar hechos y desarrollar pensamientos nunca antes imaginados. Vio con otros ojos a sus amigos y enemigos aéreos, a los que reptaban, a los zorros cazadores, al furioso elefante, a la tímida jirafa. Su lenguaje se desarrolló a la velocidad del rayo. Grandes ideas maduraron en su progresiva testa. Descubrió en un instante las falencias de la selva y sus posibles remedios. Su capacidad, antes miserable, alcanzó alturas que hicieron nacer la envidia del león. Se ganó enemigos muy poderosos, pero los liquidó con cierta facilidad, merced al ejército de animales ciegos que ahora seguía sus órdenes. Y si antes despertaba burla, desprecio y compasión, hoy su solo nombre era símil de poder, inteligencia, autoridad y atractivo sexual. En fin, elaboró proyectos en todo orden de cosas y se puede decir que en esos pocos días contribuyó más al progreso y la destrucción de la selva que en mil vidas que pudiese haber vivido.
Al término de la semana se hallaba exhausto. Su cabeza era una máquina imparable de pensamientos. No dormía. Comenzó a delirar y en las horas de insomnio veía remolinos grises. Descendía por el espiral hasta llegar al fondo: allí estaban los ojos de Dios. Entonces le pedía clemencia, pero Dios no emitía sonido alguno y el remolino invertía su giro para llevarlo de nuevo a la superficie.
Desde su trono, ubicado en el palacio alhajado de un frondoso roble, mandó llamar al mago. Éste acudió con recelo, porque adivinaba lo que le iban a pedir. Y en efecto, así fue. El chorlito, en su comprensión majestuosa, le ordenó que le volviera la cabeza a su tamaño. El mago contestó:
-No hago milagros, no tengo ese poder.
Desesperado, el chorlito dio orden de matarlo. Dos hienas que le servían como esbirros cumplieron de inmediato la orden y el cuerpo de Faisán el Mago fue colgado de una rama. La cabeza del chorlito, en tanto, parecía una catarata de pensamientos. Cada onda que surgía era reemplazada por una nueva idea. Su cerebro las guardaba todas y no se llenaba nunca, era un depósito infinito.
El chorlito voló a los pies del león.
-Vuelve todo a su lugar- le imploró, llorando a mares.
El rey afilaba los colmillos, no muy convencido. Miró primero a todos lados. Luego, sin pensarlo más, se lo comió.

1 comentario:

Anónimo dijo...

....contribuyo mas progreso y destrucción de la selva.... si eso parece que van juntos....

!!Buen provecho!! dijeron todos los animales que andaba un poco hartos de las ideas del chorlito.