lunes, 18 de enero de 2010

La lechuza y las luciérnagas

A causa de su eterno insomnio, una lechuza asistió al singular espectáculo que protagonizaron miles de luciérnagas en el bosque. Cada una de ellas tenía el rostro de un dios, de un hada, de un ángel, de un demonio, y al fundirse alumbraban el sendero. Parecían filamentos que se revolvían en un remolino o se dispersaban, como el vuelo de las golondrinas.
Ver en el mismo lugar y al mismo tiempo a San Gabriel, al Minotauro, a Leda, Huitzilopochtl, Luzbel, Vishnú, Shamash, Odín, Marte, Alá, Cupido, Isis, Elohim y centenares de cabecitas luminosas que danzaban al compás de la música de las esferas sobrecogió a la pobre ave, que se tapó los ojos de espanto. Pero el revoloteo no la dejaba en paz, de modo que en un acto irracional se echó a volar y les salió al encuentro.
Quiénes son ustedes, qué luz es la que dan, déjenme en paz, por favor -les imploró, desesperada.
Las luciérnagas le respondieron a coro:
Somos los sueños del hombre.

2 comentarios:

La Lecucita dijo...

!!!Qué Bonito!!!

Madame Bovary dijo...

Los sueños más divertidos son esos, los que tenemos con los ojos abiertos.

Un beso.