sábado, 12 de diciembre de 2009

El diablo, la rosa y el ruiseñor

El diablo castigado en segunda fila. Se representaba en las tablas la clásica pasión de la rosa prendada del ruiseñor. La rosa deshojaba sus pétalos delante del pajarillo, quien la contemplaba entre soberbio y fascinado. Del cielo caían estrellas finas, en verdad era el rocío de la noche, ya que la función se ofrecía al aire libre, en un claro de la selva. Urgidos por espíritus malignos que no se dejaban ver, rosa y ruiseñor se iban acercando para completar el espectáculo sublime.
Allí era costumbre y tradición el encuentro solitario; a la orden del león se corrieron las cortinas y la función se terminó. La muchedumbre se marchó a sus cuevas y sus nidos. Detrás del escenario, sólo rosa y ruiseñor.
El diablo, enfurecido ante la sorpresiva interrupción del espectáculo, lanzó una maldición y la rosa despertó de su sueño de amor. Vio el plumaje del amado y le tuvo lástima. Durante la función parecía tan puro y limpio; ahora lo sospechó usado.
Y así terminó la historia, con la rosa a medio deshojar, el ruiseñor desconcertado y el diablo pateando las butacas.
Moraleja: resplandece el tiempo del amor con los focos del teatro, pero apenas dejan de brillar se espabila el amante enamorado.

1 comentario:

Madame Bovary dijo...

El enamoramiento es sólo una etapa en cualquier relación. ¡Felices fiestas! Con mucho cariño y mis mejores deseos.

Un beso.