tag:blogger.com,1999:blog-60773661214142654112024-03-13T19:12:09.922-07:00Fábulas del dr. ViciousS. M. L.http://www.blogger.com/profile/04066140640919601758noreply@blogger.comBlogger219125tag:blogger.com,1999:blog-6077366121414265411.post-74288388859379538342023-01-05T18:10:00.015-08:002023-02-05T04:49:14.065-08:00La rata zorro y la rata sapoLas de esta fábula son dos ratas: una rata zorro y una rata sapo. Las casualidades que se dan en el campo las habían unido. Hicieron planes, buscaron un nido acogedor, pero la historia se truncó. La rata zorro midió las consecuencias, después de todo tenía su propio nido y a la hora de la decisión final se dio cuenta de que no pensaba abandonarlo. Dejó a la rata sapo sola, triste y sumida en el desconsuelo. <div><div>Con el tiempo la rata sapo fue tomando aliento y comenzó a descollar. No es que todo el campo hablara de ella, pero sí lo hacían los vecinos de la vertiente que nacía del rincón privilegiado en que se hallaban. En cuanto a la rata zorro, tampoco es que su vida hubiese pasado sin pena ni gloria, porque eso sería faltar a la verdad; pero casi nadie habría podido discutir que las metas que se propuso no las había alcanzado. Si a eso se le suma que los años se le iban viniendo encima, lo que no tiene nada de particular, pues sabido es que todos los animales del reino se entregan a los designios del tiempo apenas nacen, el flojo resultado de sus empeños le sonaba como un eco en su mente cada día al levantarse y cada noche al acostarse.</div><div>La historia dio un leve giro el día en que por esas casualidades de la vida en el campo se encontraron de frente. La rata zorro la miró a los ojos, ansiando una reacción benevolente y cariñosa, un abrazo de mediocre a ganadora, pero se notaba que a la rata sapo le faltaba la respiración, no por la felicidad que suele acompañar los encuentros de este tipo, sino debido a un tornado de furia que le subió por las tripas y se derramó de su hociquillo baboso como fuego artificial. ¡No te metas conmigo, pedazo de mierda!, aulló, fuera de sí.</div></div><div>La pobre rata sapo parecía que iba a reventar, daba lástima verla, la carne le salía de todas partes, la carne era su pecado original; esa culpa inocente que guardaba en su alma poseía una fuerza que superaba cualquier intento de ocultarla.</div>S. M. L.http://www.blogger.com/profile/04066140640919601758noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6077366121414265411.post-81554112321456998252022-05-23T19:07:00.006-07:002022-05-24T13:55:31.740-07:00Los lironcitos le piden un cuento a la mamáLos lironcitos se fueron a la cama, pero antes de dormir le pidieron un cuento a la mamá. La madriguera tibia invitaba a la camada al sueño.<div>-Mamá, cuéntanos el cuento de las guagüitas, dijo el lironcito de ojos de antifaz, meneando la cola de placer.</div><div>-Está bien, hijitos, se los contaré de nuevo, accedió madre lirona.</div><div>-Pero sáltate la parte del zorro, le pidió el lironcito más pequeño de los cuatro.</div><div>-No, hijito; en el bosque habitan hadas y bellacos y es bueno que lo sepan desde ya.</div><div>-Bueno, mamita... parte.</div><div>-Cuando el zorro era aún más grande y astuto que ahora, y su hocico puntiagudo se tragaba a casi todos los lirones que corrían por el bosque...</div><div>Los lironcitos tiritaron de susto.</div><div>-... En esos mismos tiempos los hombres vivían en los árboles y las mujeres ponían huevos, pero no los empollaban.</div><div>-¿Y cómo nacían los hombres chiquititos, mamá?</div><div>-Los huevos caían al suelo y casi todos se los comían las culebras, pero los que quedaban debajo de las hojas se salvaban y cuando nacían, los bebés no lloraban y tenían que salir caminando para esconderse en cualquier parte.</div><div>-¿O sea que los hombres chiquititos no tenían mamá ni papá?</div><div>-No tenían mamá ni papá, nadie los quería. Por eso cuando las mujeres se volvían grandes ponían los huevos en las ramas y los tiraban al suelo. Cada uno se las arreglaba como podía y a todos les importaba un comino.</div><div>-¿Y qué pasó después, mamita?</div><div>-Como eran más inteligentes que nosotros, después aprendieron a hablar en difícil, no como nosotros, y se organizaron de otra manera. Empezaron a preocuparse de sus huevos y a las mujeres, de tanto preocuparse, se les ocurrió guardar los huevos dentro de su cuerpo; así fueron naciendo las guagüitas. </div><div>-¿Y qué pasó con el zorro, mamita?</div><div>-El zorro se fue haciendo más chico, pero no se confíen, porque sigue siendo muy malo y si se descuidan se los comerá de una mascada.</div><div>-¿Y qué más pasó con las mujeres que tienen guagüitas?</div><div>-El mes pasado el búho me contó que ahora están pensando en volver a poner huevos... </div>S. M. L.http://www.blogger.com/profile/04066140640919601758noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6077366121414265411.post-11917904290682116612021-12-12T17:08:00.012-08:002022-04-19T14:58:08.228-07:00El hada y la lechuzaUna lechuza lloraba en el bosque; su chirrido era tan lastimoso que a los demás animales se les encogía el corazón.<div>La lechuza está llorando, qué quedará para nosotros, suspiraba el ratón.</div><div>Será en señal de duelo o por la pérdida de un amor, le dijo la coneja a su marido el conejo.</div><div>La lechuza se despedazaba el cuerpo con el pico y la sangre brotaba de su pecho.</div><div>Un hada a la que un anillo le había concedido el poder de interpretar el lenguaje de los animales se acercó al peumo donde se posaba el ave y le rogó que no se hiciera más daño y le revelara la causa de su llanto. Al borde de la muerte, la lechuza cayó desplomada y el hada la recogió en sus brazos. Cuando recuperó el conocimiento, la lechuza así le habló:</div><div>Te contaré a ti estas cosas, princesita, porque la nobleza de tu corazón está a la vista. Lloro porque alguien del que esperaba demasiado dejó incompleto uno de sus cuentos más bellos, despreciando mi destino, así como el de mi amado. </div><div>No llores más, le pidió el hada.</div><div>Mi amado me sedujo con su noble estilo; se envolvía de modales sencillos, del color de la honradez, hasta tal punto que nadie hubiese podido pensar que su actuar no era otra cosa que falsía. De la misma forma que la serpiente se esconde entre las flores esperando el momento de atacar, igual hizo este impostor. Y de la misma forma que un sepulcro es hermoso por encima, mientras se sabe que abajo un cadáver se está descomponiendo, igual era este hipócrita: ardiente por fuera y glacial por dentro. Así, le concedí mi amor. No pasó más de un año antes de que se marchase, y no hace falta subrayar el dolor que me causó. No soy capaz de describirlo, pero te diré una cosa: me demostró en qué consiste la condena a muerte. Así avanzaba mi tragedia en el momento en que fue interrumpida, doble razón para mi llanto.</div><div>El hada la depositó a los pies de su cama, en un cuarto envuelto de terciopelo azul, le curó sus heridas y se marchó a sobrevolar la fronda.</div><div>Cuando los brotes de la primavera animaron al bosque y las lluvias devinieron en rocío volvió el hada donde la lechuza, le abrió de par en par las ventanas de su nido y esto le dijo:</div><div>Ya deja de sufrir por el apagón de un plagiador y lánzate a volar hasta que tú misma escribas la última palabra de tu cuento.</div>S. M. L.http://www.blogger.com/profile/04066140640919601758noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6077366121414265411.post-85742521296673648022021-10-30T14:56:00.003-07:002021-11-02T13:47:22.754-07:00El albino hermafroditaCuentan voces deslenguadas y privadas de criterio que hace muchos años existió una raza de mortales que se medía de acuerdo con sus capacidades, de tal forma que los más capaces gobernaban a los incapaces. Reconociéndose estos como tales, no osaban contradecir los mandamientos. Admitían haber gozado de las mismas oportunidades que sus gobernantes; admitían haberlas derrochado o simplemente no haber dado el ancho para sacar partido de ellas.
La descomposición, que es más poderosa que cualquier designio, fue horadando poco a poco a esta raza de mortales, la que acabó por desaparecer de la faz de la tierra.
Dicen estas lenguas viperinas que el último mandamás de aquella raza fue un albino hermafrodita incapacitado de razón. Emitía decretos originados en sus dolencias y placeres, mientras los incapaces daban cuenta del banquete.
No hay pruebas de esta historia; subyace a través de la leyenda y en realidad no enseña nada: tan difícil es que ocurra algo semejante en este mundo.S. M. L.http://www.blogger.com/profile/04066140640919601758noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6077366121414265411.post-36053351868122570142021-07-19T17:43:00.016-07:002021-10-08T10:22:24.357-07:00La cosa que comía fuegoTres académicos de profesión inventaron una máquina orgánica que comía fuego, ocurrencia que les valió la nominación al máximo de los galardones, el Premio Nobel. <div><div>Pero la cosa orgánica crecía y crecía y había que alimentarla de fuego. Doquiera que hubiese fuego, allí estaba el engendro dinámico y detrás de él, los virtuosos eruditos.</div><div>Llegó el momento en que el fuego se acabó. La cosa orgánica se fue achicando y pronto ya no fue más que un despojo en el rincón de una plaza. Ni siquiera servía para jugar a la pelota.</div></div><div>Presionados por una pequeña masa enfurecida, los ilustres catedráticos hubieron de ceder sus puestos a la joven guardia, representada por tres doctoras en filosofía. Ocurrióseles a las aprendices de genio emitir un edicto que ordenaba levantar toda piedra que se hallase a la vista en el país. Así ocurrió que sin otro juicio que el de su mandamiento fueron cazados y colgados en la plaza pública una legión de cobardes que sobrevivían escondidos; a saber, acosadores, machistas, perseguidores de negros, homófobos, economistas de la vieja escuela. Todos fueron a dar a una apretada fosa común.</div><div>Meses después surgió de la sepultura un abanico de fuegos fatuos que confundió a los tres académicos de profesión, a las tres doctoras en filosofía y a la masa intranquila. Nadie supo decir si había que votar a favor o en contra de ese fenómeno.</div>S. M. L.http://www.blogger.com/profile/04066140640919601758noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6077366121414265411.post-10206219908957071572021-07-13T15:17:00.003-07:002022-03-21T12:13:08.540-07:00Los cuatro reyes y el leónCuatro
reyes de mundos paralelos acudieron a una cita en la sabana y se sentaron a la
sombra. Dijo el rey de Persia resolvamos la cuestión de una vez por todas.
Totalmente de acuerdo dijo la reina de Saba pero cómo. Muy fácil dijo el rey de
Dinamarca fundemos un reino universal. No me parece mala idea yo me ofrezco a
gobernarlo, dijo la reina africana que era la anfitriona. Mejor votemos dijeron
los demás reyes.<div>Vino
un león y los cuatro corrieron a subirse a un baobab y allí se quedaron hasta
que el león se fue a dormir.</div>S. M. L.http://www.blogger.com/profile/04066140640919601758noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6077366121414265411.post-66202183694073763022021-04-08T14:13:00.012-07:002023-02-05T04:38:34.136-08:00El camaleón y la libélulaLa selva llamó a un concurso de poesía. A la final llegaron dos: la libélula y el camaleón. Integraron el jurado el elefante, la mariposa, el búho, la cigarra y el mosquito. El león maldijo el evento, lo llamó "reunión de mariquitas" y se fue de vacaciones a la playa.<div>Declamados los poemas, la selva aplaudió al viejo camaleón con cortesía y cayó rendida ante los versos de la grácil folelé. El jurado se retiró a deliberar a la guarida de los lobos, que por esos días, agazapados en lo más alto de la nieve de los montes, huían de la peste que azotaba a la región. </div><div>Lo primero que tuvieron en cuenta los miembros del jurado fue la edad de los finalistas y lo segundo, la calidad de su trabajo. Dijo el mosquito que el ganador debía ser sin duda alguna la grácil folelé, por su innovadora poesía. Seleccionó de su lírica estos versos para convencer al resto: </div><div><i>Dos más dos son cuatro</i></div><div><i>Cuatro y dos son seis</i></div><div><i>Seis y dos son ocho</i></div><div><i>Y ocho dieciséis</i></div><div>Sin restarle crédito al poema, el elefante argumentó que el meollo del asunto, la verdadera disyuntiva, consistía en dirimir si la juventud de la grácil folelé le aseguraba futuros esplendores y la vejez del camaleón lo condenaba al rincón de la memoria. Observando el poder de la experiencia aludió al canto del cisne y a los resplandecientes atardeceres del otoño, lo que halló resistencia en la mariposa y la cigarra, fanáticas del trillado carpe diem. El búho, que tendía a inclinarse a favor del camaleón, citó estos versos del finalista del concurso:</div><div><i>El siete es un sereno con gorro y con bastón</i></div><div><i>El ocho son las gafas que usa don Simón</i></div><div><i>El nueve es un globito que pende de un hilito</i></div><div><i>El diez es un soldado que lleva un gran melón</i></div><div>Tras cuatro días de áspero debate emergió el jurado de la guarida de los lobos y dio a conocer su decisión. La ganadora era la grácil folelé.</div><div>La selva gritaba de entusiasmo, pero al momento de subir a la tarima llegó solamente el camaleón, dispuesto a recibir el premio de consuelo. El búho, que no por nada ha tenido siempre fama de sagaz, lo increpó:</div><div>-¡Saca la lengua, infeliz!</div><div>Avergonzado de su impúdica conducta, el camaleón desenrolló su órgano muscular, donde yacía la grácil folelé. </div><div><br /></div><div> </div>S. M. L.http://www.blogger.com/profile/04066140640919601758noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6077366121414265411.post-77620036482427023252020-05-09T19:17:00.000-07:002020-05-09T20:51:42.775-07:00El nimbo y las cuatro nubes Una nube corría a paso lento; tenía su gracia, pero la verdad es que pasaba inadvertida. A medio andar se separó en cuatro, conservando siempre su tamaño. Las tres nubes que iban detrás de ella no tardaron en igualarla y hasta en superarla, ganándose las cuatro a fuerza de trabajo un discreto sitio en un costado de la bóveda celeste.<br />
Emergió del sur un arquetipo de la raza que se adueñó del cielo. Sus formas majestuosas y cambiantes provocaron admiración y envidia y pronto no hubo nube que no hablara sino de él. El nimbo aterrador y bello probó el néctar de la dulzura que resultó de opacar a todo lo demás; supo lo que se sentía cuando le iban abriendo el firmamento, conoció el éxito emanado de su esencia y gozó la alegría de verter su alma. Tanto bien le robó sus sueños, los mismos que cuidaban con candor las cuatro nubes, que no eran más que eso, una mezcla de vapores y delirios; en un momento el nimbo descargó su furia y durante cuarenta días y cuarenta noches arrojó a la tierra lluvia, truenos, rayos y relámpagos.<br />
Cuando se hizo nada dejó en las demás nubes su recuerdo de tormentas. S. M. L.http://www.blogger.com/profile/04066140640919601758noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6077366121414265411.post-47693791139225648792020-02-10T13:22:00.002-08:002020-02-11T09:57:03.532-08:00La hormiga Edelia, su hermana Juanita y el niñoEdelia era una hormiguita hacendosa; desde niña trabajaba sin chistar y aprendía de los mayores. Su hermana chica se llamaba Juanita y salió antojadiza y remolona, sin que ello significara un calvario para la colonia, pues su carácter se equilibraba con creces gracias a su vivacidad y simpatía. De todos modos sus avatares eran para Edelia una carga doble, pues debía acompañarla siempre a todas partes; así se lo habían ordenado.<br />
Una mañana calurosa de verano las pilló a las dos recolectando miguitas. Edelia se echó una grandota en la espalda y regresó al hormiguero; en el camino Juanita intentaba botársela para darse un banquetazo allí mismo. En el tira y afloja Edelia percibió una luz inusual. Miró al cielo y vio algo increíble: el ojo gigante de un niño a través de un cristal. Al momento sintió un calor insoportable. ¡Corre, Juanita!, le gritó a su hermana, pero ya era tarde.<br />
El brillo del sol, aumentado por la lupa que manejaba el niño, las hizo humo en un segundo. <br />
<br />
S. M. L.http://www.blogger.com/profile/04066140640919601758noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6077366121414265411.post-69145040640632444502020-01-31T18:01:00.001-08:002020-02-10T13:28:40.647-08:00El circo de los animales filosofa sobre la imperfección del reinoAntes de que empezaran <span style="color: #666666;">l</span>os incendios e<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">n el bosque<b> </b>reunió el búho a todos los animales. Las cacatúas le habían informado sin excesiva discreción que cundía el desaliento y la rabia entre las diversas especies.</span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">La sesión se abrió a las 9:30 pasado meridiano, en segunda citación. Ofreció la palabra el búho y la rinoceronta hizo de secretaria de actas; los animales fueron descargando sus pesares. Pronto le quedó clara al convocante la naturaleza de la desazón: cada cual se quejaba de lo que carecía. El temible león, por citar un ejemplo, afirmó con conocimiento de causa que jamás había logrado nadar bajo el agua, aunque intentos no le faltaron, pero eso era lo de menos, ya que lo que últimamente le quitaba el sueño era constatar que las leonas comenzaban a desobedecerle. Dijo la serpiente que le faltaba fuerza para enroscar un elefante, y dijo el elefante que los ratones lo dejaban en ridículo. La gallina elevó severa protesta por haber nacido con cabeza de pollo y el perro se confesó incómodo ante los versos de Neruda que lo definían como un león desorientado, no sin antes subrayar que no tenía nada personal contra el poeta. El gato declaró que el agua de la lluvia le provocaba sentimientos encontrados y que se le atascaban en la garganta las plumas de los pájaros. La merluza admitió haber soñado noches enteras con la transparencia del aire y el águila insistió en la injusticia de vivir tan arriba del cielo, tan lejos de la comidilla que por las tardes armaban las comadrejas alrededor del brasero. La araña, la mosca y el escorpión expresaron su disgusto frente a la calidad de su veneno o la fragilidad de sus alas; en fin, todo aquel que pudo hablar elevó su reclamo. </span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Para cerrar la reunión, el búho la ofreció la palabra al cernícalo, quien se las daba de filósofo, y esto dijo:</span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">"Admirado búho, queridas animalas, animalos y animales. Se habrán dado cuenta de que la unanimidad de las protestas vertidas durante esta amable reunión aluden a la imperfección de nuestros esqueletos y a la imperfección del bosque. Nadie está perfectamente hecho, de modo que remediar tal asunto supone una misión titánica, aunque no seré yo el que tiraré para la cola, si llega el momento de afrontar tal desafío..."</span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Hubo un silencio embarazoso. "Eso no nos deja contentos", murmuró la comadreja, a la que no le daban más los sesos que para ese lamento. "El cernícalo quiere sacar las castañas con la mano del gato", susurr</span><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">ó el puercoespín. "Yo tengo un discurso mejor que ese, matemos entre todos al león y se acaba el cuento", tanteó el arrastrado cocodrilo, que al fin sacaba a flote la envidia por el melenudo rey que se incubaba en su alma. "Prudencia y firmeza ante los cantos de sirena, hermanos míos", musitó la paloma, y nadie la escuchó. </span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">El búho reparó en que la asamblea tendría para toda la noche </span><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">si seguía dando la palabra, mientras sus garras le recordaban que la tarea de cazar entraba a su mejor momento. Le hizo un guiño imperceptible al loro patero, el loro voló al estrado, el búho le cuchicheó, el loro le hizo una reverencia y retornó a su rama.</span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">"El loro me trae una lamentable noticia: ha fallecido el gusano", dijo el búho.</span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">"¡No puede ser! Ayer no más lo vi y estaba sano", protestó el topo.</span><br />
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">"Se atragantó con un terrón y estiró la pata, </span><span style="font-family: times, 'times new roman', serif;">de modo que en señal de duelo se suspende la sesión. Anote, secretaria", le respondió el búho y se echó a volar.</span>S. M. L.http://www.blogger.com/profile/04066140640919601758noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6077366121414265411.post-88814084110108380342020-01-23T07:29:00.004-08:002020-02-10T13:35:20.880-08:00Soliloquio del lobo aletargadoYo fui antes un lobo aletargado, satisfacción malévola, demonio reciclable, un caballo muerto en el establo.<br />
Pero vivió el hombre una época de histórica sequía. Esto no se trata de árboles ni plantas ni arroyos ni esteros, ni de la utopía de la nube cargada de agua ni de la nube vacía como teta de vieja. Se trata de alimañas.<br />
Sedientas de rencor contra el propósito del Supremo Hacedor, una a una fueron saliendo las fieras de sus escondrijos para devorarse entre ellas.<br />
El hombre se acobardó; quiso esconderse en su refugio y las bestias se tomaron el mundo.<br />
Eso me llevó a atreverme. El cielo estaba rojo, un resplandor iluminó hasta el fondo las paredes de la cueva. Asomé una pata; mi hocico tanteó el aire, la temperatura del ambiente, la humedad.<br />
Corrí furioso, con los ojos inyectados de sangre. Imprudentes enemigos me salían al paso y oliendo el peligro los desairé; corría de frente, insensible ante el poder menguado de mis garras y mis dientes babosos, resollando, casi puro cuero y esqueleto. Al llegar a los pies del monte deposité la víscera. Allí quedó hecha sustancia, palpitando; cuando cayó la noche las luciérnagas le hicieron compañía.S. M. L.http://www.blogger.com/profile/04066140640919601758noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6077366121414265411.post-32578220649391468952019-12-01T19:07:00.001-08:002019-12-01T19:07:58.341-08:00La flor, ¿quién la recogerá?Había una flor chiquita. Era una humilde violeta, nacida hacía poco en las tierras de un campo sin dueño. El campo en realidad era de Pedro Galaz, pero Pedro Galaz estaba ocupado de otras cosas y si hemos de transformar este relato en un mero chismorreo, tendremos que acotar en voz bajita que a Pedro Galaz lo que le gustaba era jugar en el casino, de modo que descuidaba sus tierras por apostar su fortuna en la ruleta. Y así fue como el campo destinado a sembradío se transformó en comida para vacas. Y allí, entre medio, nació la flor.<br />
Ay, decía todo el tiempo, quién me recogerá, y se olía ella misma su perfume, que era delicioso.<br />
Las noches a la intemperie la angustiaban. Quedaba paralizada de terror cuando escuchaba a las alimañas arrastrar sus patas cerca de ella, pisándola a veces y otras veces olfateándola para comérsela.<br />
Ay, pensaba, quién me recogerá.<br />
Apareció un día una abeja que succionó su néctar, pero a la flor no le gustó el procedimiento empleado por el insecto y se lo hizo ver con su delicadeza de flor. Pero como las abejas son insistentes, ésta del cuento volaba y volaba hacia ella hasta que un día la violeta cerró sus pétalos y la abeja tuvo que irse, pero quedó rondando, porque le había gustado el néctar.<br />
Ay, pensaba, quién me recogerá.<br />
Al finalizar el verano el viento le trajo una noticia especial. Un hombre de edad había entrado en tratativas con Pedro Galaz para comprarle el campo y el negocio ya estaba a punto de cerrarse cuando el hombre, que se llamaba Ambrosio, decidió echarle una ojeada a las tierras. Hundió en el prado sus gruesas botas, llegó hasta el borde del acantilado -ya que las tierras limitaban con el mar, y eran tierras de clima inclemente, de vientos fríos que traspasaban los huesos- y le comentó a Galaz: “¡Vaya qué alto!”, mientras Galaz lo tomaba del brazo y lo adentraba en sus dominios, porque a él le interesaba vender.<br />
Antes de comprar se fijó en la violeta. Se agachó, la tomó sin arrancarla del suelo y puso su nariz en los pétalos.<br />
-¡Qué flor más hermosa!<br />
-Es sólo una violeta. Firme.<br />
Y Ambrosio firmó. Y se fue, porque tenía otros negocios importantes que resolver.<br />
Ay, quién me recogerá, pensaba la chiquita.<br />
El nuevo dueño volvió al día siguiente y al siguiente y al siguiente. Primero con herramientas, luego con animales y finalmente con otros hombres que se pusieron a trabajar la tierra. Y cada vez que pasaba ante la violeta le decía: ¡Vaya, chiquita, todavía estás aquí!<br />
De tanto verla se encariñó con ella. La bautizó Dudú. Ordenó a su gente que no se sembrara en ese sector y de pronto se sorprendió fabricando un cerco de 30 por 30 centímetros, hecho de ramitas y alambres de púas sobrantes.<br />
-Es para que nadie te dañe, mi chiquita -le dijo.<br />
Pero la violeta no quería eso, porque las tierras ya la estaban hastiando. Lo que ella quería era que alguien la recogiera; tampoco cualquiera, sino alguien especial. Y tal parece que sus sueños Ambrosio no los entendía.<br />
Por esos días hubo en el mundo un cataclismo que obligó a miles de personas a arrojarse a los mares, porque salía fuego de la tierra y era imposible seguir viviendo en esas condiciones. Algunos pudieron izar velas y buscar nuevos continentes, que surgían aquí y allá, como islotes, pero la mayoría se ahogó, lo que no hizo otra cosa que engordar a los monstruos que habitan en las profundidades.<br />
Las tierras de Ambrosio se habían salvado de la hecatombe, pero un día ocurrió lo inevitable: los monstruos salían del mar a buscar más carne humana y en el caso del campo de Ambrosio, un monstruo enorme subió no se cómo por el acantilado hasta posar sus garras en el prado. Justo ese día Ambrosio había puesto a cuatro niñas a cuidar el cerco (¡a cuidarlo de nada, a lo más de insectos y animales!) y las niñas jugaban a la ronda alrededor de la chiquita cuando apareció el monstruo.<br />
-¡Ay, gritaron los peones! -volvió Vicente Loco.<br />
Ellos lo conocían por lo que habían escuchado de sus abuelas y ahora lo conocían por sus propios ojos. Vicente Loco tenía cuerpo de iguana y cara de velatorio, medía unos doce metros y arrastraba la panza mientras echaba un aliento fétido por sus fauces, siempre abiertas. Miraba aquí y allá, buscando víctimas.<br />
-¡Ay, qué será de nosotros! -se lamentaban los peones, que huían.<br />
Pero las niñas, que eran inocentes, seguían cuidando a la flor.<br />
<i>A la dúlce ronda, que caé del cielo, y formáun anillo, moradá sortija, sortijá violeta, queun aníllo forma, y al cieló se va... ronda quéra dulce, violetá que vuela, ronda qué se va</i>, cantaban las niñas, que eran cuatro, y tenían frío.<br />
Vicente Loco se las iba comiendo una por una, sin gritos, sin lamentos, mientras las demás unían sus manos en círculos cada vez más pequeños hasta que una sola, la última, fabricó un anillo en torno a la chiquita, que suspiraba desde el prado:<br />
¡Ay, quién me recogerá!<br />
Y hasta aquí llega el cuento porque sabrán, amigos lectores, que no todos los cuentos tienen final. Algunos sí, otros no. Me han contado de cuentos que tuvieron tres finales. ¡Una vez un cuento tuvo cuatro finales! Me aseguran que en ocasiones los finales mejoran cuando el autor los conversa con el lector. ¿Han conocido alguna vez a un escritor de cuentos? Yo sí conocí una vez a uno y les diré que si puedo generalizar a partir del que conocí, los escritores de cuentos no tienen nada de particular. Y por eso mismo tampoco hay que lamentar que el autor de este cuento no haya escrito final. Después de todo, los mejores finales son los que uno mismo se imagina, ¡y nada es más insoportable que a uno le maten a la heroína o que se la den al que no ha hecho mérito!, que es la moda de los cuentos actuales. Y si el problema que les quita el sueño es saber si Vicente Loco fue quien finalmente se quedó con esa florcita tan hermosa, bueno, yo me comprometo a preguntarle al autor, pero no les aseguro que tenga la respuesta e incluso, se me ocurre ahora, tal vez sea una humilde violeta de campo la que escriba por primera vez en la historia el final de un cuento, al verse acorralada...<br />
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S. M. L.http://www.blogger.com/profile/04066140640919601758noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6077366121414265411.post-25285866619297141852018-11-09T12:54:00.000-08:002020-04-30T14:04:51.261-07:00El abrazo del osoLas hormigas debatían un problema que las había conducido a un túnel sin salida. Acertó pasar un oso, le llamó la atención la trifulca y las invitó a su mesa. Las hormigas se miraron y guardaron silencio. La capataz le dirigió la palabra:<br />
-Excelentísimo señor animal: antes de aceptar su invitación debemos saber quién es usted.<br />
-Soy un oso; me llamo Embeleco.<br />
-¿No es un oso hormiguero? El oso hormiguero se alimenta de nosotras.<br />
-Yo no soy hormiguero, soy un oso Embeleco. Me alimento de truchas y de la miel de las abejas.<br />
-¿Tendría la bondad de demostrárnoslo?<br />
El oso fue al río y cazó dos truchas; enseguida metió las garras por el hueco de un árbol y sacó una palmada de miel.<br />
Las hormigas se sentaron en su mesa. Conversaron largo rato y el oso las despidió de abrazo, una a una. De qué se habló ese día no se sabe, pero al poco tiempo el bosque entero fue llamado a conferencia. Asistieron los canarios, los puercoespines, los conejos y los gatos, también las cacatúas. Los delfines mandaron a un embajador de traje y humita. No faltaron los gusanos ni las hienas y hasta el león se hizo presente, desganado, en calidad de invitado de honor.<br />
Cuando el bosque estuvo lleno ingresó al tablado la procesión de las hormigas. Hubo un clamor general de turbación: se hallaban en los huesos. Superado el desconcierto, la capataz se dirigió a los presentes y les contó, usando un altavoz, que el oso Embeleco les había echado maldición. "El día que nos entregamos a su sabiduría abrimos las arcas; en dos meses subimos de peso y luego enflaquecimos. Hay una escasez supina de comida en los estantes; si las cosas siguen así no pasamos agosto", dijo.<br />
-¿Y la reina? -preguntó el manatí.<br />
-Se lo come todo, está que revienta de gorda; no la pudimos traer por eso.<br />
Habló el sapo:<br />
-Confabulación. Conjura. Componenda. El oso Embeleco está en las mismas. Lo vi con mis propios ojos hará un par de noches. La cueva llegaba a vibrar con sus ronquidos y pataleaba de satisfacción.<br />
Las hormigas regresaron a su nido y lo tapiaron. Lo que pasó adentro es motivo de otra historia, porque esta llegó a su fin.S. M. L.http://www.blogger.com/profile/04066140640919601758noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6077366121414265411.post-1242345515073925382018-10-28T14:13:00.000-07:002020-04-30T14:05:00.823-07:00El ratón masoquista y el coro de las luciérnagasEn un bosque descuidado por Dios nació un ratón, uno de tantos de la especie, nada especial. No bien dio su primer agú, mamá ratona y papá ratón lo sacaron en coche por el claro donde se reunían los animales los domingos después de misa, sin un propósito mayor que el de verse las caras. Lo paseaban, desde luego, para que los demás vieran lo lindo que era y cundiera la envidia ante su belleza y sus talentos. Al juicio de imparciales observadores, gran mérito científico no hacía el bebé para justificar dicha certeza, pero mamá ratona y papá ratón se parecían en este capricho a la señora búho, para la cual sus buhitos siempre han sido los más lindos del mundo.<br />
Sabido es que los animales no van a clases, aunque no siempre fue así; ciertas bibliotecas muy antiguas guardan manuscritos que lo prueban. Motivo de otra fábula sería explicar las razones por las que dejaron de asistir, pero en el tiempo de que trata ésta sí iban, baste mi palabra para que lo crean.<br />
De modo que cuando le llegó su momento el ratoncito entró a la escuela, donde demostró ser obediente y estudioso. Esa manera de ser, que lo diferenciaba del resto, activó los resortes de su maestra rata, Juana la solterona, que usaba abrigo y zapatones. La maestra odiaba a las criaturas obedientes y se ensañó con nuestro ratoncito. Durante un recreo lo hizo morder un queso rancio y le pisó la cola; el patio entero estalló en carcajadas mientras Juana la solterona miraba de lejos con ojos de fuego. El ratoncito lloró de humillación, persistió en su llanto y cuando llegó el momento de parar, lo redobló. Desde su oficina, el Director Ratín escuchó los aullidos y se apersonó al patio. Los demás ratoncitos se escabulleron, menos el nuestro, y Juana la rata solterona se deshizo en explicaciones sobre el motivo del llanto, palabras de poca médula que dejaron pensando al Director Ratín.<br />
El ratoncito fue tratado esa mañana como un rey y le gustó. Desde ese día y hasta el día de su muerte decidió ubicarse en esa clasificación inventada por los sabelotodos, aquella que alude a los que gozan con el sufrimiento propio. Con esto doy por terminada la introducción de la fábula; ahora me aboco a hincarle el diente a lo que interesa.<br />
Los años pasaron raudos para el bosque y en vano para el ratón masoquista. Solo él sabía lo que pasaba por su cabeza, y ahora que lo pienso, yo creo que ni él mismo lo sabía muy bien. Su antojo era preocupar al resto evidenciando una sensación de disgusto; así experimentaba un placer frío y agrio que le comía los nervios y le daba un aire de triunfador incompleto. A los demás, sin embargo, no podía afectarles demasiado su postura, ya que debían continuar con sus vidas, de por sí harto pesadas, como todas las vidas. Por muy querido que les fuese, el ratón masoquista era él, no ellos.<br />
Una noche en el bosque, mientras gozaba amargamente uno de sus tantos triunfos, la luz de unas luciérnagas lo hizo levantar la cabeza hacia los árboles.<br />
-Hola, amiguito -lo saludaron- Vamos apuradas.<br />
El ratón masoquista quiso preguntarles adónde iban tan apuradas, pero no le salió la voz. Se quedó mirándolas, mientras las luciérnagas se perdían en el bosque.<br />
De pronto el negro cielo adoptó un tinte azulino debido a un resplandor que entibió el aire, abrió las nubes y dejó al descubierto un enorme volcán, nunca antes visto. Estaba a punto de hacer erupción y era tan alto y vertical que al ratón no le daba opción de huir a sitio alguno, puesto que se hallaba en su base. Dominado por una densa inquietud, observó que el viento soplaba hacia atrás y sintió alivio. Las hojas de los robles fueron perdiendo su brillo azuloso, el cielo volvió a cerrarse, bajó la temperatura y los frondosos árboles retornaron a su oscuridad.<br />
<br />S. M. L.http://www.blogger.com/profile/04066140640919601758noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6077366121414265411.post-39969460880217435342018-10-12T08:08:00.000-07:002020-04-30T14:05:11.877-07:00Gastón la arañaCuando aún no se había inventado el hilo negro, cuentan los grandes sabios que existió sobre la faz de la tierra un antecesor de las arañas que con el tiempo se extinguió. ¿Por qué desapareció? Nadie lo sabe, pero andan corriendo sospechas sobre el caso, o hipótesis, como gustan de llamar los científicos, que más adelante complementarán la sustancia de esta fábula.<br />
La araña, que era más pequeña que las actuales; tal vez más grande, o sea, de tamaño normal, anidaba en las hendiduras de las ramas frondosas de los árboles, de modo que, salvo unos pocos minutos en el día, su casa gozaba, o sufría, de la más profunda sombra. Su cobijo tenía la ventaja de evitar el calor, que era ardiente en los veranos, y el defecto de padecer el frío que caracterizaba a los inviernos.<br />
Sus patas tejían un hilo tosco, que por lo mismo brillaba y atraía en aquellos raros momentos en que el sol lograba acceder a sus dominios, que por lo demás eran bastante insignificantes; hete aquí entonces la principal sospecha, o hipótesis, acerca de su desaparición.<br />
Desde luego, era una araña muda. A lo más, cuando caía una presa en su red, emitía un chillido similar al de una laucha al nacer, cuando busca desesperadamente la leche de la madre. Un chillido agudo y quebradizo, como de triunfo en la agonía.<br />
Puede que hoy se considere de mal gusto describir la fauna por su apariencia. Arriesgándome a las críticas diré que la araña, que se llamaba Gastón y era la última o penúltima de su especie, a lo más la antepenúltima, lucía un bigotillo recortado, lentes para la presbicia y en sus horas libres acostumbraba a calzar pantuflas y vestir una bata de flores verdes sobre fondo violeta que combinaba con un pañuelo de seda, todo lo cual le concedía un aire lejano a Leo Marini.<br />
Antes de que esta manía, o tendencia, o pertinacia del fabulador que lo induce a irse por las ramas, ensuciando de paso la historia y sumergiéndola en un pozo de ambigüedad, o indefinición, digo que antes de que esta manía arruine la trama, si es que ya no la malhirió, me apresuro a contar que Gastón la araña se enfrascó en un proyecto de tela que dio que hablar en el bosque. Consistió en un tejido gigantesco de múltiples colores, cada hebra del color de una de sus patas, que todas eran diferentes y abarcaban la escala entera del arcoíris. Como las tonalidades se repetían una y otra vez, el resultado se resumía en una tela chabacana y poco práctica. Los insectos la adivinaban de lejos y pasaban cerca de ella, solo para mirarla. La tela competía con las flores, pero con las flores nadie puede ganar una competencia. De modo que llegaban, miraban y se iban, agitando las alas en busca de un mejor panorama para disfrutar la tarde.<br />
No me atrevería a afirmar que ningún ejemplar cayó en la tela porque no sería cierto. Si alguien lo ha interpretado así le ofrezco mis disculpas, pues se equivoca medio a medio. Quiero decir que a medida que pasaba el tiempo unos pocos seres voladores se pegaban a la red, de tal manera que conformaban, vistos de lejos, puntos oscuros repulsivos que agitaban la tela como los locos que se montan en los barrotes de la cárcel o los niños que se suben a las rejas protectoras de las puertas. Los más se desprendían al cabo de un rato; pero los menos, superado el momento del frenesí convulsivo, se quedaban sin oponer gran resistencia, como fumadores de opio. Así, la escena era esta: un bosque espeso, una telaraña multicolor, unos puntitos oscuros parpadeando desde el centro y Gastón la araña en un rincón, emitiendo chillidos de laucha.<br />
La araña no era de comer, y esa es la mejor hipótesis, o sospecha, de su extinción. Era de atrapar, o coleccionar, una de dos, en todo caso lo suyo era poseer, dominar. Una vez que el espíritu atraído caía en su tela, Gastón lo visitaba, lo estudiaba, lo incorporaba a su riguroso catálogo que incluía especie, sexo, edad, religión, nivel cultural, y luego lo dejaba, o la dejaba, allí, agitándose como loco de cárcel o niño de protección de puerta.<br />
Pasó el tiempo. Mientras los demás gozaban, se arriesgaban y hasta se inmolaban por alguna causa injusta, Gastón la araña vivía de su oficio y de la disección metafórica de sus presas.<br />
Al morir dejó un legado de puntos contados con los dedos de siete manos sobre una tela que lo sobrevivió años, tantos que quienes han visitado alguna vez ese bosque aseguran que la tela aún brilla entre la espesura, poblada de puntos oscuros que se han ido multiplicando y que están creando una mezcla muy rara de colores y negruras, parecida a la paleta de un pintor o a la sangre coagulada de un muerto sobre la baldosa. S. M. L.http://www.blogger.com/profile/04066140640919601758noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6077366121414265411.post-69943213020549909042018-07-10T17:49:00.000-07:002020-04-30T14:05:18.800-07:00La leyenda del rey RamiroHace ochocientos años hubo un rey llamado Ramiro; textos de la profunda Edad Media lo corroboran. Era dueño de una mujer a la que tomó por esposa cuando ella recién entraba a tierna edad. Transcurrido poco tiempo la joven tornó cana. Los aldeanos atribuyeron el mal a sus tormentos y no parecían tan lejanas dichas presunciones: todo el mundo comentaba que el desprecio de Ramiro hacia la reina crecía a la misma velocidad que blanqueaba su cabello.<br />
Cuando llegó al castillo la niña lucía unas trenzas que semejaban hilos de oro y constituían la alegría y el orgullo del reino; antes de que el pueblo la viera huir como una vieja siete meses pasaron. Fue una madrugada en que la neblina afligía el alma, la reina ni caballo poseía, se fugaba por sus propios pies, andrajosa, la peor de las aldeanas con la semilla real en su vientre abultado. Era invierno, no buscó refugio y nadie la acogió. Al atardecer fue presa de los lobos y sus restos quedaron esparcidos en la nieve.<br />
El rey Ramiro, que murió años después, venerado por un pueblo expandido miles de hectáreas hacia el norte gracias a sus guerras de conquista, vivió ese día un día de locura que con nadie compartió. Desde la torre fue testigo de la huida de su mujer, incitada por él mismo. Armado hasta los dientes, no dijo una palabra mientras la reina caminaba sobre el barro a pie pelado, arrastrándose casi con un esfuerzo sobrehumano, acezando, su pecho latiendo con frenesí. Hilachas argentadas le colgaban de la nuca. Todo el tiempo la apuntó con el arco tensado y la flecha entre los dedos, hasta que desapareció en una curva.<br />
Poco antes de morir, el rey Ramiro se reunió a solas con el Papa. Le confesó sus pecados, jamás se supo cuáles, y los purgó donando un barril de monedas de oro a la Iglesia: había limpiado su alma, ahora el Cielo lo esperaba. Cabalgó sin compañía tres jornadas, paró en las mejores posadas siempre anónimo; entró de noche a las inmediaciones de su reino, purificado, una noche de invierno.<br />
Los campesinos hallaron sus restos de casualidad entre unas matas. De sus ojos solo quedaban las cuencas y de su vientre, ni las tripas. Jamás se halló al autor de tal carnicería; los villanos aseguraron haber visto un lobo blanco que rondaba en las cercanías con el hocico sangriento; a falta de mayores pruebas la historia se transformó en leyenda.<br />
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S. M. L.http://www.blogger.com/profile/04066140640919601758noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6077366121414265411.post-49114623478920912072013-05-19T18:46:00.001-07:002020-04-30T14:05:25.315-07:00Asamblea anual de hormigas<br />
Las hormigas, que eran miles, pero invisibles bajo la hojarasca, habían logrado sortear el último peligro, no sin sufrir bajas ni daño estructural. Debieron reorganizar la colonia y subir de nivel el trono de la reina, para lo cual clausuraron túneles, abrieron otros y redistribuyeron las funciones de obreras y soldados. Los heridos terminales fueron muertos y los muertos, enterrados. En suma, se hallaban débiles, pero al mismo tiempo enérgicas. Comenzaban a vivir un nuevo ciclo.<br />
Hacían las cosas de una sola manera; esa era la base de su éxito en el gran mundo.<br />
Nunca tuvieron demasiado, jamás lograron construir imperios, mas hasta ahora no se puede decir que hayan sufrido ni siquiera una vez la humillación de habitar en poblaciones callampas.<br />
El hormiguero, intranquilo ante la derrota pasajera, convocó a su reunión anual. Entre la serie de iniciativas predecibles una hormiga flacuchenta alzó la voz y gritó ¡revolución! Argumentó que la solución de los males de la hormiga en la faz de la tierra sería hacer las cosas al modo del hombre, y dio numerosos ejemplos del boato y esplendor de la raza humana.<br />
Su arenga no duró ni cinco minutos. El hormiguero confundió su retorcida inteligencia con la irrupción del Ángel de las Alas Rotas, tan anunciado en las sagradas escrituras de la especie. Fue condenada a morir asada a fuego lento, y sus hermanos y hermanas le devoraron las entrañas. S. M. L.http://www.blogger.com/profile/04066140640919601758noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6077366121414265411.post-9401073237652476992013-02-16T20:56:00.001-08:002013-04-24T07:53:36.425-07:00El lobo quitado de bullaEn los inviernos, especialmente aquellos más duros, los animales de la selva se ven obligados a vivir <em>hacia adentro.</em> Pasan sus días durmiendo en madrigueras o bajo un refugio improvisado y muchos se proporcionan abrigo entre ellos. Un edicto que lleva la firma de un búho muy respetado por las enciclopedias declara suspendidas las leyes naturales hasta el comienzo de la primavera; así nadie se come a nadie y la fauna se protege de sí misma. Los que no logran conciliar el sueño peregrinan hacia cuevas gigantescas, donde a la luz del fuego que alumbra y calienta los huesos sacan a relucir viejas leyendas.<br />
Así fue como llegó a nuestros oídos la historia del lobo quitado de bulla, contada por un oso harto de su obligada hibernación.<br />
"Cuando sus hermanos hicieron vibrar las hojas nocturnas con su coro de aullidos, el lobo quitado de bulla decidió amenazar de otra manera. Se deslizó entre las plantas y observó a sus víctimas con aire displicente, dejándose ver de vez en cuando, no siempre, casi nunca. La luna testificó sus insolencias, también la lechuza y las nubes que traían viento de lluvia y ocultaban las estrellas a los ojos de cuadrúpedos y peces. Al volver a su morada con una presa menor, la exhibía con orgullo contenido, en el entendido de que la exhibición se trataba de una casualidad; él hubiese querido que los demás pensaran que no quería mostrarla", dijo el oso.<br />
"Pasaron los años; los cánidos devoraban a su gusto y cada uno velaba por su propio bien, aunque asolaran los pueblos en manadas. Las bellaquerías ingenuas del lobo quitado de bulla despertaban cierto interés por el estilo utilizado; eso creía él, de otro modo no habría actuado como actuaba. Al final se fueron muriendo los aulladores uno a uno; nuevos lobeznos cubrieron los claros del bosque y la hierba pisoteada. El lobo quitado de bulla también entró al olvido, como lo hace cada hoja, cada huella y cada corriente de agua de esta selva", culminó.<br />
Se le preguntó al oso sobre la belleza de la historia y no supo qué decir. Se le preguntó por qué la recordaba, qué maravilla secreta guardaba entre los filamentos de la trama y de nuevo se quedó callado.<br />
-Estas noches se han puesto muy largas -se excusó y le dio la palabra a su amiga lagartija.S. M. L.http://www.blogger.com/profile/04066140640919601758noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6077366121414265411.post-67169070217584145982013-01-09T09:05:00.003-08:002016-02-24T07:24:22.573-08:00El diablo, el perro y el filósofoSe cuenta que un perro famélico cansado de miserias y gatos flacos hizo pacto con el diablo. Aullábale a la luna cuando el de los cachos blancos le silbó de lejos. El perro trotó confiado y los dos se encontraron en un cruce del camino faltando diez para las doce.<br />
Dijo el diablo:<br />
-Qué quisieras a cambio de tu alma.<br />
Como el perro no sabía lo que era el alma le contestó sin miedo:<br />
-Me gustaría saber las cosas que piensa el hombre.<br />
Ya iban a ser las doce cuando pasó un filósofo; el diablo se entusiasmó y le habló:<br />
-Qué te place a cambio de tu alma.<br />
El filósofo había llegado a quedar pelado de tanto estudiar el alma, y la materia no le entraba. Ante tamaña propuesta tiró la toalla y respondió con cautela, pero sin miedo:<br />
-A veces me gustaría cavilar menos.<br />
A las doce en punto el diablo montó su clásico show de azufre y se disolvió en la noche. Al perro se le llenó la cabeza de ideas y el filósofo se quedó mirando al animal como huevón.<br />
Desde esa vez el perro y el hombre no se han vuelto a separar y moran juntos bajo un mismo techo, viviendo encarcelado el uno y simplemente el otro; el perro lleno de imaginaciones y dicen que hasta corbata usa, el ex pensador echado a sus pies frente al sillón.<br />
Moraleja: Conclusiones particulares no se hacen generales. La fábula trata de este hombre y de este perro. No significa que hoy todos los hombres y todos los perros sean así.S. M. L.http://www.blogger.com/profile/04066140640919601758noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6077366121414265411.post-25359169958990947962012-01-11T09:47:00.000-08:002012-01-11T17:01:50.826-08:00Las abejas y las chaquetas amarillasVivían relativamente felices las abejas, haciendo las cosas dulces y pacíficas que saben hacer, cuando una mañana la abeja vigía dio la voz de alerta: del otro lado del monte había aparecido una pequeña nube; al parecer un destacamento de langostas. Cundió el susto, un miedo hasta por ahí no más, porque otros años les habían dado batalla y no habían perdido. Era impresionante la unidad que brotaba entre los animales de la selva cuando llegaban las langostas. Uno para todos y todos para uno y así las vencían, aunque a duras penas.<br />
Partió un verdadero regimiento a hacerles frente. Los elefantes con sus trompas, los monos -haciendo alarde de inteligencia- con viejas redes que sacaron de una cueva y ataron a los troncos; las gallinas y patos con sus picos abiertos, para qué seguir, habría que enumerar la misión que el general le encomendó a cada uno. El general era el águila.<br />
Al rato volvieron decepcionados por no contar con enemigo. Se trataba de una avanzada de primas desconocidas de las avispas, nunca antes vistas, que los monos bautizaron con simpatía como chaquetas amarillas. Se instalaron en la selva y empezaron a vivir.<br />
No habían pasado tres semanas cuando las abejas enflaquecieron notoriamente, a tal grado que la doctora Codorniz del Valle pensó en una epidemia de cáncer melífero. Tras los exámenes descubrió que su diagnóstico original no andaba ni por las tapas. Estaban enclenques.<br />
-Qué les pasa.<br />
-Nos invadieron el campo.<br />
-¿Y la reina?<br />
-Está flaquiiita.<br />
La doctora les recetó una pila de remedios, pero no hubo caso; se fueron muriendo de a poco y se transformaron en pasto de colibríes. Mientras, las chaquetas amarillas se multiplicaban como ratones.<br />
A esta hora se hace innecesario ofrecer la causa del fenómeno que estaba liquidando a las abejas; la enunciaremos por darle gusto a nuestra manía de no dejar a ningún lector con dudas, a ni uno solo.<br />
Las chaquetas amarillas habían conquistado a dentelladas el territorio que felizmente ocupaban las abejas.<br />
El caso llegó a la Comisión Intersilvícola de Derechos Animales. Reuniéronse los ancianos miembros liderados por el búho y escucharon el clamor de las abejas querellantes. "Vivíamos de lo más bien, hasta que llegaron las chaquetas amarillas y arrasaron con nosotras. Ahora exigimos al Estado Natural que se encarcele a las autoras y las abejas seamos tratadas como lo que somos. Víctimas".<br />
Los veteranos no demoraron ni quince minutos en tomar su decisión.<br />
-Muéranse todas -dictaminó el búho, con voz de viejo chuñusco.<br />
Las querellantes salieron con el aguijón entre las patas, llorando de impotencia, a comunicarles el fallo a sus hermanas. Volaron al panal, reunieron a las pocas abejas que quedaban y derramaron su frustración con estas palabras:<br />
-Dijo el búho tal por cual que en la selva no existen los derechos animales. Ahora sálvese quién pueda, pero antes hagan una colecta para pagar las costas.S. M. L.http://www.blogger.com/profile/04066140640919601758noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6077366121414265411.post-74344455323326650492010-09-30T10:09:00.000-07:002012-01-11T09:51:39.524-08:00Este blog llegó a su finQueridos amigos y amigas<br />
Al iniciar este blog me propuse el desafío de escribir 200 fábulas, ni una más, ni una menos. Cumplida la tarea con la anterior entrega, les agradezco haber dispuesto parte de su tiempo para visitar este espacio. Ahora me cambio de sendero; hay trabajo pendiente en otras casas y espero acometerlo mientras me dure la energía.<br />
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dr. Vicious<br />
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P.D..- ¿Y si me echara una canita al aire de vez en cuando?S. M. L.http://www.blogger.com/profile/04066140640919601758noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6077366121414265411.post-40638814607153736672010-09-30T09:48:00.001-07:002023-07-05T17:51:59.413-07:00Fábula última: la luz y las tinieblasHabían devuelto la luz al castillo en la montaña y la habían confinado a una mazmorra. Las tinieblas se apoderaban de la Tierra. El precioso don languidecía; el mundo andaba a tientas, los animales chocaban unos contra otros y no pocas veces se comían por equivocación, tanto habían mutado sus instintos.<br />
El cancerbero, arrepentido, sollozaba internamente de emoción. ¡Oh, amor divino, de qué barbaridad estoy siendo cómplice! Yo debería cuidar la puerta inversa. ¿O lo hago y no reparo en ello?<br />
Al final de los tiempos la luz se devorará a sí misma y reinarán las tinieblas, el silencio y la nada; he allí la verdad verdadera. Hasta los fuegos artificiales tienen su momento, luego la selva torna a su hábito. Cuando las estrellas dejen de girar y las explosiones solares pasen a la historia se difundirá por el espacio oscuro y vacío, apagadas las llamas, el amor de Dios.S. M. L.http://www.blogger.com/profile/04066140640919601758noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6077366121414265411.post-9752300110943106322010-09-29T09:55:00.000-07:002013-02-27T13:40:43.383-08:00Fábula primera: dr. Vicious se retira a la selvaEn los primeros tiempos los animales hablaron. Los bueyes mataban sus días dialogando sobre las anfractuosidades del terreno o el verdor de los campos; en cuanto a las urracas, les llegaba a dar gusto contemplar el empeño que ponía el zorzal en cazar lombrices, al comentarlo entre ellas el pájaro las oía de lejos y les echaba improperios. Las arañas les enseñaban a tejer a las moscas y éstas caían en la trampa. La sádica traidora les ofrecía cumplir su última voluntad y las moscas, que no terminaban de aprender, le imploraban a coro: "Si nos liberas te enseñaremos a comer caca". El león rugía las órdenes, el perro las pasaba en limpio y el búho las interpretaba. El topo se lo pasaba peleando con los gusanos; los peces más grandes se comían a los más chicos y las sirenas coqueteaban con los delfines, quienes las sacaban a la superficie a cambio de besos en la boca. Tenían su propia Cámara de Diputados, que rebosaba de animales deseosos de escuchar su propia voz, de tal forma que desde las tribunas las demás bestias contemplaban el espectáculo que ofrecían los brutos de ambos sexos, ataviados con lujosos paños de vanidad. Los insultaban desde las gradas, pero en el fondo querían ser como ellos, igual como la hiedra sueña con ser muralla.<br />
Por esos mismos días el ocioso espíritu del dr. Vicious se instaló en la selva a meditar sobre su vida, hastiado de los dobleces del hombre (que no eran otra cosa que los suyos). Ansiaba resolver las grandes preguntas que se formulan en las fogatas veraniegas, como por ejemplo si existen los ovnis o los aparecidos, qué hay un metro más allá del Universo, por qué Dios incluye al Diablo y por qué uno envejece menos si viaja a la velocidad de la luz. Sin embargo, como es sabido que dr. Vicious sufre déficit atencional, bien pronto el carnaval de los animales lo desconcentró y absorbió a tal punto que durante tres años no le quedó otra que maravillarse ante las historias que se le ofrecieron a sangre de pato a sus ojos y a sus oídos. Así las fue recogiendo a manera de fábulas, pues de no haber sido de tal modo no habrían pasado por verdaderas.S. M. L.http://www.blogger.com/profile/04066140640919601758noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6077366121414265411.post-43637140398429565582010-09-28T09:47:00.000-07:002019-03-28T15:31:00.364-07:00La laucha en la catedralEn un rincón de la catedral vivía una laucha. Amaba el silencio del recinto, que sin decirle nada la sobrecogía. Miraba los ángeles pintados en los cielos y alguna vez intentó trepar hasta allí, pero cuando iba generalmente en el cuarto metro de la columna elegida se aterraba al mirar hacia abajo y bajaba en un dos por tres.<br />
Curioso que en la catedral no hubiese gato. Más bien había y bien gordo, pero moraba en los patios y sobre todo en los tejados, a la sombra de los naranjos. Se llamaba gato Emilio y en la época en que se desarrolló esta fábula ya se había convertido en un viejo culón, de modo que la laucha corría por las naves de la catedral como Pedro por su casa.<br />
Por las noches subía al sagrario y se comía las hostias, que el sacristán no tenía el resguardo de dejar con llave.<br />
De la escasez de hostias el cura vivía echándoles la culpa a las monjitas pero qué me dicen, nunca se atrevió a encararlas. Al menos en este caso las monjitas eran inocentes como una paloma. Y el cura también.<br />
Como a eso de las nueve y media de la mañana la despertaba la música de una radio a pilas que encendía el sacristán. Era un hombre sacador de vuelta. Un día la laucha escuchó que el curita le ordenaba: pase el plumero por los capiteles. El sacristán sabía lo que eran los capiteles, pero se hizo el leso y no les pasó el plumero.<br />
Cierta tarde, poco antes de la misa de las siete, la laucha dormitaba bajo el cojín del confesionario cuando fue aplastada por las rodillas de una señora que le decía cosas pecaminosas al sacerdote. Este escuchaba sus pecados con tedio hasta que llegaron los pecados buenos; entonces le echó una mirada de reojo para reconocerla en la misa. La laucha se salvó aquella vez gracias a su esqueleto cartilaginoso. Tuvo la suerte de que la rodilla se encajara justo en el tercer tercio de la columna, sin comprometer cabeza, corazón ni pulmones. Anduvo renqueando un tiempo hasta que se le pasó el malestar.<br />
Una mañana entró gritando una feligresa. El sacerdote le abrió malhumorado las puertas de la catedral.<br />
Qué pasa, mujer.<br />
¡Murió el gato padre!<br />
¿Murió el gato Emilio? Entiérrelo pues.<br />
¿No le puede hacer una misa?<br />
Cómo se le ocurre.<br />
¿Me empresta una pala?<br />
Pídale al sacristán.<br />
¿Lo pongo al lado del rosal padre?<br />
Entiérrelo donde quiera.<br />
La feligresa le encargó al sacristán que enterrara al gato Emilio al lado del rosal. El sacristán le dijo que bueno, pero más tarde. Cuando oscureció metió al gato en una bolsa y lo echó al tarro de la basura. Después movió un poco de tierra y clavó una crucecita a los pies del rosal.<br />
Al día siguiente amaneció un gato chico dentro de la iglesia y de inmediato le echó el ojo a la laucha. La laucha se salvó por milímetros, gracias a la inexperiencia del infantil felino. Mas la lección no fue en vano y la roedora optó por iniciar un retiro bajo el piso de tabla. El retiro duró tres meses. Salió flaca, medio intoxicada por el olor del encerado, decidida a darle una orientación superior a su vida. Una tarde entró al confesionario metida en el moño de una vieja que no sabía ni cómo se llamaba, aunque la sobrina que la acompañaba le decía tía Josefina. Ayudada por un altavoz, la laucha se confesó a la maleta.<br />
He pecado padre.<br />
Dime tus pecados Josefina.<br />
Le mandé un gato chico a la iglesia.<br />
Ya lo he visto Josefina gracias.<br />
Pero el gato es re meón y se le mea en el altar padre.<br />
Ah...<br />
El curita la absolvió. La vieja abandonó el templo del brazo de su sobrina. Le noté la voz como resfriada tía Josefina. Apúrate niña que va a llegar el Gastón. El tío Gastón murió hace tiempo tía.<br />
El martes que siguió a dicho suceso el sacerdote encabezó la catequesis semanal. A la salida llamó a la feligresa y cuando estaban a solas, bien oscuros, le pidió que devolviera el gato nuevo a la casa de la Josefina. Por qué padre, tan bonito que está, le llega a brillar el pelaje. No me contradigas.<br />
La laucha lo escuchó todo y entonó en silencio un himno de alabanza. Imaginó que un coro de arcángeles la elevaba a los altares y se sintió apetecida por el lado bueno del silencio.S. M. L.http://www.blogger.com/profile/04066140640919601758noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6077366121414265411.post-45238461505491221002010-09-27T10:22:00.000-07:002010-09-27T11:00:44.377-07:00El perro satisfecho y el perro flacoEl maestro de los canes reunió a sus alumnos y les dictó esta fábula.<br />Había una vez un perro satisfecho y un perro flaco. Díjole el primero al segundo: "Cambia esa cara y ven a disfrutar esta cena conmigo". El perro flaco parecía adolecer de una patología estomacal, pues comía poco y nada. "No, gracias, ¡y aún es tiempo de que sigas mi sendero de privaciones!", le espetó al robusto animal.<br />El perro satisfecho miró al perro flaco con cierta lástima y nula admiración, pensando en cuánto daño le hacía su ignorancia.<br />El perro satisfecho fue bueno y justo con los demás, tuvo privilegiada descendencia y llegó a ocupar un alto puesto en la comarca. Murió a avanzada edad, rodeado del cariño de sus hijos y sus nietos.<br />El perro flaco falleció a los pocos meses, aquejado de dolores, solo en su rincón, y pronto fue olvidado.<br />El maestro de los canes terminó con la siguiente moraleja: "El presente nos enseña que el optimista empeño en surgir conduce al progreso de la raza y que el pasado apegado a miedos y creencias religiosas quedó felizmente confinado en los libros de historia".<br />Sus perritos están aprendiendo la lección.S. M. L.http://www.blogger.com/profile/04066140640919601758noreply@blogger.com0